Archivo por meses: mayo 2024

LA ESPAÑA ETERNA

La bella celebración del Corpus en Toledo acierta de lleno al señalar el lugar que le corresponde hoy a la España Eterna (peinetas, mantillas, trajes de negro, curas con todo el boato, militares con mirada en el infinito, vetustos ejemplares universitarios en birrete y toga): el parque temático para guiris y nacionales, esa especie de circo de múltiples pistas donde no se vierte ni una gota de sangre. Por mucho que haya subnormales que sigan añorando la sangre de su España. Larga vida a la España Eterna en el Teatro!!!

TOLEDO EN FIESTAS

La verdad es que no hace falta que esté en fiestas Toledo, aunque por supuesto entonces es aún peor la reacción de mi cuerpo. Tantísima enseña patria de todos los tamaños hizo empeorar mi alergia de casi toda la vida. Porque con la visión de la rojigualdi, ya sea pre- constitucional o la ahora legal, padezco accesos convulsivos de moderados a graves. Según los que de esto saben, esta cruel dolencia mía reviste dos modalidades, meramente cromático-nerviosa la primera, y de nivel simbólico la segunda. En lo que hace al primer aspecto, se trata de un trastorno primo hermano de la epilepsia. Ya contaban que en tiempos de Carlos I ó III (o tal vez me confunda), el rojo y el amarillo reunidos se veían de perlas en la inmensidad de la mar, y por esta razón la enseña es como es. Entonces es lógico que alguien hipersensible lo pase fatal aquí en Toledo, no son un farrapo nacional ni dos ni tres, sino cientos. En lo tocante a lo otro, la alergia simbólica, se explicaría por mi historia personal. A los pocos años de nacer ya me rodeaban representaciones icónicas de Jesucristo y José Antonio. Franco y los curas y las monjas, y los toros y los militronchos y los obispos y los de Falange y la caza y el brazo incorrupto: otros tantos traumas requeteseveros. Así que en Toledo mi cuerpo se pone malo porque el mío es un cuerpo del montón y no el de Rambo.

Opté al comienzo por aislarme y encerrarme en casa, pero por consejo de mi amigo el doctor Abascal, asustado de verme pálido y ojeroso, casi verde, recurrí al azul, el blanco y el rojo de la estrella roja. Es decir, me hice con una bandera-insignia del Bloque Nacionalista Galego para poner en las camisas. Y ha funcionado de maravilla, un estupendo talismán que es como si neutralizara las reverberaciones rojas y gualdas, para mí fatales. Desde entonces puedo disfrutar de las bellezas de la imperial ciudad. Antes de la providencial ayuda del doctor Abascal, a mí se me ocurría como única defensa blasfemar a pleno pulmón en Zocodover. Pero otro amigo me advirtió que eso podría traer consecuencias negativas, como que me lincharan los del rebaño o me metieran en la trena esos que se hacen llamar Abogados Cristianos. Y en cambio, como la bandera independentista galega aquí no la conoce ni dios-es-cristo, puedo andar por las calles a la vez protegido y tan pancho. Viva Toledo!

LA MURGA DE DIOS

Un poco al modo epicúreo, mi teología es extremadamente simple y cortante. Pretendo mantenerme lejos de los actuales niños de Dios, para mí extremadamente pesados y de insoportable mal gusto. Tengo por cierto que estaría tomada de la teología popular que se puede recoger de la parte sensata del pueblo, por desgracia cada vez menos conspicua. Se resume en dos afirmaciones muy conocidas:

1. «No te preocupes de nada: Dios no existe».

2. «La única disculpa de Dios es que no existe».

Claro está que esto sería de aplicación al monoteísmo, y en concreto al judeocristianismo en el que me eduqué. Respecto a la intuición de lo divino en la Grecia Antigua, la religión poética del Olimpo, de Homero, el dodecateísmo, para ella me queda un respeto.

MILEI ET HOC GENUS OMNE

Es grande la tentación de decir, y tras decirlo desentenderse del tema, «si les votan que se jodan». Es una gran tentación porque tiene no poco de justicia. Pero no funciona del todo porque si hay gente que está por el suicidio colectivo, está también por el asesinato, y los asesinados seríamos todos nosotros.

Nietzsche pensó haber dado en el núcleo del judeocristianismo cuando escribió: «No conocerás! : el resto se sigue de ahí». Esto hoy es lo mismo que dar en el blanco de la (extrema)derecha mundial, porque es evidente que con esta gente las palabras son inútiles, lo que nos sitúa en el peor de los escenarios.  Es pura pulsión de muerte lo que lleva a poner al mando a los ignorantes y a los cretinos. Su odio al conocimiento, que es constitutivo de toda brutalidad, conducirá directamente, si se le deja suelto, a la extinción del género humano.

PROGRESO MORAL

A Dios gracias, la gente cada vez soporta menos las atrocidades contra las personas y los pueblos indefensos. Cada vez somos menos neutrales y eso es justamente el progreso, como bien sabía Kant. No somis antisemitas, somos humanos.

A MÍ ME VA A PASAR PERO SIN DERRAME

«Mi padre tuvo un derrame cerebral. Se le fue la olla y sólo decía verdades. Lo metí en una residencia. Allí sigue dando la brasa, pero nadie le hace caso»

(Eduardo Mendoza, Tres enigmas para la Organización)

O ENAMORADO O LOCO

Muchas y muchos no se creen que haya gente enamorada y gente que, incluso, haga cosas por amor. Según ellos y ellas se trata de una comedia del nefando amor romántico, vil coartada patriarcal de tantos abusos. Lo normal para todos estos y estas es la compraventa de la adulta razón estratégica.

En un libro colectivo de psiquiatría de no hace muchos años se reconoce que nadie tiene mucha idea de en qué pueda consistir el “trastorno” o ni siquiera la “enfermedad” mental, por lo menos así en abstracto. Pero cuando uno se enfrenta a la locura propiamente dicha, lo que tras reflexionar le resultará cada vez más evidente es que en ella lo que hay es un serio problema referido al amor, que lo que tenemos aquí es un desamor radical que sin embargo admite grados, grados cuantitativos que se van a convertir probablemente en genuinas modalidades o variedades. Al que no está nada, pero nada enamorado, al desenamorado habitual, en su desgracia, le rondaría la sombra terrorífica, pavorosa, de la locura propiamente dicha, y esto de forma inevitable. Y además, hay un sentido importante en que el loco es el envidioso, es decir, aquel que no le perdona al mundo que haya enamorados pero que él o ella no sea uno de ellos, o peor, que nunca lo haya sido, no se sabe si por mala suerte o por incapacidad. Entonces el mundo se vuelve el infierno de la envidia, de verdad el valle de lágrimas de los Trump, Netanyahu, Bolsonaro, Milei, Feijóo y todo el resto de la chusma del desamor, porque, no contentándose con envenenar, el envidioso llega a matar. Pero no hace falta llegar a esto, una de las maneras más habituales de vengarse es enfocar el enamoramiento como lo estúpido como tal, o incluso como lo opresivo por excelencia.

Pero el amor no es solo la cordura sino también lo verdaderamente revolucionario, como tan bien supo ver Badiou. Es lo único que supone un antagonismo absoluto de la compraventa, del mercado, de la gris y triste astucia del toma y daca, o sea, lo que sería el estado de adultez para tantos desorientados.      

El nihilismo en que vivimos sería justamente eso, la desaparición del amor y la falta crónica de amor, esta vez en el nivel colectivo y contundente de la época histórica. Una época loca la nuestra, sin duda, hasta para los individuos que en absoluto lo son, una época esencialmente de locos. Tiempo de gente que no solo tira su vida por la borda sino que además lo intenta con la vida de los demás, no habiendo podido soportar la rabia que les invade sin tregua y les quita el aire necesario para respirar. Porque ya no les protege la religión, que ha dejado de ser ese lugar cultural en que inyectar el amor desesperado y así poder seguir viviendo más o menos.