Lo que se tiene que aceptar del libro de Drochon sobre Nietzsche y la política lo sabe cualquiera que haya estudiado la obra del filósofo. Lo que aporta de nuevo el libro de Drochon tiene todo el aspecto de ser en mayor o menor medida inventado por su desmedido afán de sistematizar.
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LA RENFE ALARDEA
El otro día, al ir a subir al tren me dieron una especie de folletillo bien impreso, aunque con escaso sentido estético, en el que se podía leer que, debido a las obras de mejora que van a durar ni se sabe en las vías procedentes del sur de España (no es toda obra de mejora?), los trenes sufrirán continuos retrasos. No obstante, seguía el papel, la RENFE se compromete a seguir siendo la compañía ferroviaria más puntual «del mundo», dejándolo ahí como si fuera de dominio público. Lo que se nos está prometiendo es que si un tren va a llegar con un retraso de media hora, podemos estar seguros de que será de media hora, y no de una hora. Así que la RENFE va a ser absolutamente puntual en todos sus retrasos, o sea, los anunciará. Es como si un señor de casi 70 años anunciara públicamente que tiene disfunción eréctil pero que, por supuesto, va a seguir siendo el mejor amante del mundo (¡¡como todos ya saben!!).
RENFE A LA VANGUARDIA
Sigue dando sus frutos el rompedor modelo de negocio de la RENFE, pasmo de propios y guiris. Desde hace mucho tiempo, tal vez incluso inmemorial, el plan de tren-aventura ha venido haciendo de nuestros viajes algo parecido a la montaña rusa, repletos de toda la gama de las emociones humanas, desde el miedo a la cólera y la esperanza, si bien las que predominan son la incertidumbre y el desconcierto. No es estoica la RENFE, pues los estoicos tenían como lema nec metu nec spe, y en esto los ferrocarriles españoles también se acompasan con la reflexión posmoderna sobre los afectos, siempre a la vanguardia. Hay tantísimos ejemplos para ilustrar esto que digo que resulta difícil elegir. Por ello, escojo la anécdota más reciente.
En el viaje en tren de Madrid a Toledo, o viceversa, viaje en teoría breve, y además todo un modelo mundial de puntualidad, según las propias palabras de los de la RENFE, que ahora te las dan por escrito al entrar, le puede pasar a uno cualquier cosa, pero es imposible que no esté todo calculado, sin duda con el asesoramiento de la subcontrata de psicólogos, para soltar el sentido del humor de los viajeros, porque al final lo único que van a poder hacer es morirse de risa, o eso o liarse a hostias. Anuncian el tren en la vía dos, pero cuando vas por la vía dos para subirte, un empleado que casi no se ve y que estaría ocupado en algo que no se puede saber, se dirige a ti como distraído, y con la vocecilla que suele usarse para compartir secretos te susurra: «el de Madrid en realidad es la vía tres», así que allá que te vas. Luego, es un problema tremendo localizar tu vagón, por la sencilla razón de que muchas veces van sin numerar o con números borrosos de trazo ambiguo, que cualquiera sabe. Y es que en ocasiones los vagones van colocados según la serie 1-2-3-4, y en otras al revés: 4-3-2-1. Después del congresillo que invariablemente montan los viajeros por los pasillos del tren, con el fin de tratar de averiguar o intuir cuál es realmente el vagón 3 o el 2…por fin llega el momento de dirigirte a tu plaza. En mi billete de la última vez se me asignaba la 103, y allá que te voy porque soy siempre muy coherente. Pero hete aquí que no tardo en descubrir que esa plaza no existe, lo que encuentro son las plazas 103a, 103b, 103c y 103d. Es importante, pero mucho, que en alguna de las cuatro haya quedado un asiento libre, porque de lo contrario ya me dirás. Todavía no recuperado emocionalmente de tantos impactos, por fin llega el momento de la partida, eso sí, esta vez a su hora. Pero el altavoz se escucha tan mal que los viajeros tiemblan ante la posibilidad real de que el tren no salga para Toledo sino para Marsella, es un decir. Pero esta vez hubo suerte, y se escucha una exclamación de alivio general, profundo, cuando caemos en la cuenta de que, en efecto, esta vez nos llevan a Toledo y no a sabe dios dónde. Luego ocurre otra cosa, a mí por lo general me toca el asiento en sentido contrario a la marcha. Una pasajera me comentó que eso sin duda lo hacen para que el viajero se maree, con lo que el aspecto de aventura emocional de un viaje en la RENFE se hace aún más acusado. Como en la montaña rusa.
Puede que sea una cosa de mala educación, pero cuando en el tren se escuchan las instrucciones y recomendaciones de la compañía relativas al viaje, absolutamente todos se las pasan por el forrón. Como dijo un pasajero el otro día: ¡¡No pretenderán que le hagamos caso a la RENFE!!»
LA HONESTIDAD
Recuerdo aquella coplilla católica que parecía encender el ánimo de los fieles, casi siempre apesadumbrado: «Hoy el señor resucitó y de la muerte nos libró». A propósito de ese recuerdo, me viene otro que trae un eco wittgensteiniano pero también nietzscheano. Y de los dos sale una moraleja: cuando no sabes qué estás diciendo lo mejor es que no lo digas. Así lo exige la honestidad intelectual, la Redlichkeit. Y es que si embarullas y confundes a la gente con tu propia confusión les puedes hacer mucho daño, es la claridad lo que salva vidas humanas.
INCITAR A LA BLASFEMIA
En un largo viaje en uno de sus trenes rápidos, la RENFE nos casca un documental que va muy en serio y no hay modo de evitar, nos impone un documental. Hablan de la Virgen varias personas, y un cura joven, con aspecto de comer demasiado bien, nos insta a que nos preguntemos muy en lo íntimo: qué será lo que quiere la Virgen? Eso pregunto yo, qué coño quiere.
MENTIRAS 2
Todo el mundo habla de la estación del AVE de Toledo, pero nunca ha entrado un AVE en Toledo, y qué más da.
MENTIRAS
El AVE Madrid-Coruña ni es AVE ni te lleva de Madrid a Coruña. Pero no importa, todos están encantados con el AVE Madrid-Coruña. Y eso lo sabían muy bien los que lo anunciaron triunfalmente.
DROCHON (I)
El desgraciado libro de Drochon sobre la gran política de Nietzsche, dejando aparte sus tonterías de gran calibre (tales como sugerir en más de una ocasión que lo que no está escrito en inglés propiamente no existe o está sin explorar aún), ignora absurdamente que para el filósofo alemán será esclavo todo aquel que no pueda disponer de dos tercios del día para el cultivo de sí (actualmente somos todos esclavos), de manera que no hay nada que se pueda considerar ya cultura en el sentido de cultura superior en vez de mero recreo o entretenimiento, es decir, descanso y solaz del esclavo, parque temático.
DROCHON
Hay un modo que no es infalible de anular el pensamiento nietzscheano y hacer como si no fuera con uno, dejándolo como residuo decimonónico que hay que «explicar» académicamente para que no nos estorbe la digestión y poder seguir en la hipocresía que es la esencia de toda política.
Consiste en que a Nietzsche lo lea un tonto, y se le recompense de algún modo por escribir «un libro» después. Porque entonces sale un Nietzsche tonto o muy tonto, con lo que nos sorprende que haya tenido la descomunal influencia que ha tenido. Característico del tonto es aturdirse con montañas de bibliografía secundaria que le ayudan a confundirse totalmente con la primaria. Cuanta más bibliografía domina el tonto más tonterías dice, eso no falla.
NO SON AUTÉNTICOS CREYENTES
No hay nadie, mucho menos de entre los católicos, que sea capaz de comprender siquiera mínimamente las «cosas últimas» en las que creen los católicos. Por eso, es seguro que los católicos no creen en nada; o por mejor decir, simple y llanamente, no son creyentes los católicos, porque es imposible que sepan, en sentido estricto, el supuesto sentido del objeto de su creencia, ya que su creencia carece de objeto de verdad especificable, o sea, carece de sentido. Si no hay modo de entender lo que dices creer, entonces es evidente que no crees.
