Aunque por supuesto la filosofía es una de las formas del amor, sería conveniente que el filósofo no olvidara que hace mal en considerar como válidas en la polémica de las ideas las mal llamadas «razones de amor». Y es que ante todo no habría que confundir las cosas: las del amor son en sentido estricto sinrazones. Por eso es tan importante el amor, porque la vida humana no ha de reducirse a los límites de lo razonable y el loco que en todos nosotros se agazapa habrá de tener de vez en cuando la palabra porque de lo contrario nos volveremos locos de remate.
El amor a lo amable, el amor razonable de Descartes, es muy a menudo ese adulto o senecto «amor» de los registradores de la propiedad, los que todo lo calculan taimada y ladinamente.
Sinrazones de amor
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