Pertenece a la esencia de la imbecilidad estar completamente segura de que no necesita el baculum, el bastón para caminar por la vida. El tonto definitivamente no se deja ayudar y experimenta como ofensa cualquier intento de ayuda. Porque lo ve como un menoscabo de su libertad y su espontaneidad.
Como decía una estudiante: «¿A mí qué me importa Platón si yo tengo mis ideas?».
Dado todo esto, he decidido no volver a hacer por escrito ningún comentario sobre lo que ocurre en la política española o casi en la mundial.
VOTO DE ABSTINENCIA
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