Es la era del triunfo de la ignorancia que está segura de su falso saber, o segura de que su ignorancia es saber, al mismo tiempo que toma su brutalidad característica por lucha heroica en pro de «la verdad». Era de esperar este triunfo, una vez que se generalizó el uso de los buscadores en Internet. Fueron los pedagogos de la destrucción los que nos trajeron esa idea insidiosa, peor que la bomba de hidrógeno. La idea del valor exclusivo del aprendizaje de competencias, barato y eficiente, porque ya se sabe que «todos los contenidos están en Internet», y la memoria se la cedemos al smartphone. El sentido de la cultura queda reducido al puro entretenimiento bienintencionado. Que nadie es más que nadie significa en la era Trump que nadie sabe más que nadie, o sea, que nadie sabe nada de nada y el único poder es el dinero loco, disparatado, campando por sus respetos. Casi con toda probabilidad, con la era Trump da inicio el fin del mundo, porque el fin del mundo vendrá de la mano de los desmemoriados, con el fracaso del sistema educativo.
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TEMPOS NOVOS (Entrevista a Mariano Rodríguez)
A LA MEMORIA DE STENDHAL
«En lugar de amor, gracias y alegría, los bárbaros de Norte y Santo Domingo. No entenebreceré estas páginas con el relato, capaz de poner los pelos de punta, de los horrores de la Inquisición en todo el fervor de su juventud. En cuanto a los bárbaros, eran nuestros padres; mataban y saqueaban todo; destruían por el placer de destruir lo que no podían llevarse; una furia salvaje los impulsaba contra cuanto tenía un matiz de civilización; sobre todo, no entendían una sola palabra de aquella hermosa lengua del sur y esto aumentaba su furor. Muy supersticiosos y guiados por el espíritu de Santo Domingo, creían ganar el cielo matando provenzales. Todo acabó para estos: el amor, la alegría, la poesía. Veinte años después de la conquista (1235), eran casi tan bárbaros y groseros como los franceses, nuestros padres»
DEATH DRIVE
To tell the truth, if it scares us so much, it’s because the American gamble is exactly the same as the Israeli gamble: the gamble on the end of the world, in the absurd belief that they will preside over the Final Judgment.
