Es la tarea esencial de la filosofía proporcionarnos el criterio para distinguir con alguna claridad lo sensato de lo estúpido, de forma que podamos obrar en consecuencia. El filósofo es la contrafigura del tonto, y su enemigo acérrimo. Por eso su vida correrá siempre peligro si es que se trata de un verdadero filósofo. Intentarán llevarlo al suicidio, o directamente lo asesinarán o lo matarán de hambre. O si no, le volverán loco de remate. En cualquier caso tendríamos con el filósofo mismo un criterio encarnado de la sensatez, porque nunca falla que contra él se movilice la conjura de los necios, aunque sea con la estrategia del silencio, que también puede resultar mortal. Otra técnica hoy muy usada es la de introducir bajo la apariencia de la filosofía a simples vendedores y trileros que hacen de ella otro mercado de mentiras.
LA PRINCIPAL MISIÓN DE LA FILOSOFÍA
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