TOLEDO EN FIESTAS

La verdad es que no hace falta que esté en fiestas Toledo, aunque por supuesto entonces es aún peor la reacción de mi cuerpo. Tantísima enseña patria de todos los tamaños hizo empeorar mi alergia de casi toda la vida. Porque con la visión de la rojigualdi, ya sea pre- constitucional o la ahora legal, padezco accesos convulsivos de moderados a graves. Según los que de esto saben, esta cruel dolencia mía reviste dos modalidades, meramente cromático-nerviosa la primera, y de nivel simbólico la segunda. En lo que hace al primer aspecto, se trata de un trastorno primo hermano de la epilepsia. Ya contaban que en tiempos de Carlos I ó III (o tal vez me confunda), el rojo y el amarillo reunidos se veían de perlas en la inmensidad de la mar, y por esta razón la enseña es como es. Entonces es lógico que alguien hipersensible lo pase fatal aquí en Toledo, no son un farrapo nacional ni dos ni tres, sino cientos. En lo tocante a lo otro, la alergia simbólica, se explicaría por mi historia personal. A los pocos años de nacer ya me rodeaban representaciones icónicas de Jesucristo y José Antonio. Franco y los curas y las monjas, y los toros y los militronchos y los obispos y los de Falange y la caza y el brazo incorrupto: otros tantos traumas requeteseveros. Así que en Toledo mi cuerpo se pone malo porque el mío es un cuerpo del montón y no el de Rambo.

Opté al comienzo por aislarme y encerrarme en casa, pero por consejo de mi amigo el doctor Abascal, asustado de verme pálido y ojeroso, casi verde, recurrí al azul, el blanco y el rojo de la estrella roja. Es decir, me hice con una bandera-insignia del Bloque Nacionalista Galego para poner en las camisas. Y ha funcionado de maravilla, un estupendo talismán que es como si neutralizara las reverberaciones rojas y gualdas, para mí fatales. Desde entonces puedo disfrutar de las bellezas de la imperial ciudad. Antes de la providencial ayuda del doctor Abascal, a mí se me ocurría como única defensa blasfemar a pleno pulmón en Zocodover. Pero otro amigo me advirtió que eso podría traer consecuencias negativas, como que me lincharan los del rebaño o me metieran en la trena esos que se hacen llamar Abogados Cristianos. Y en cambio, como la bandera independentista galega aquí no la conoce ni dios-es-cristo, puedo andar por las calles a la vez protegido y tan pancho. Viva Toledo!

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