La célebre «imitación de Cristo» se ha vuelto hoy un ideal de vida muy comprometido, puesto que, aparte de cosas tan inverosímiles como no resistir al mal, implicaría necesariamente exigir o demandar de los otros que le quieran a uno, incluso «más de lo que quieren a sus propios padres o a hijos», o como mínimo pensar que ser querido es algo que uno merece o que los otros le deben.
Lo cual, dicho suavemente, significa ignorar o violentar la gramática de «querer», y dicho con rotundidad puede parecer poco cuerdo.
Imitatio Christi
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