Un precio demasiado elevado

El que quiere a demasiadas personas no tiene más remedio que tenerlas en cuenta también imaginariamente cuando no está con ellas: es decir, mirándose a sí mismo con los ojos de ellas, juzgándose a sí mismo desde la conciencia de ellas. Por ello experimentará demasiado a menudo remordimientos insensatos.
El amor es el mensajero de la culpa.

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.